Adaptación al Cambio Climático

Ecuador reconoce a la adaptación al cambio climático como un pilar fundamental del desarrollo. En este marco, la Estrategia Nacional de Cambio Climático (2012–2015) y el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNA) son los instrumentos que orientan la integración de la adaptación en la planificación del desarrollo a nivel nacional, sectorial y territorial. Su objetivo principal es reducir el riesgo climático del país mediante una adecuada articulación entre los niveles nacional y local, y promover la implementación de medidas de adaptación que permitan responder de forma efectiva a los impactos del cambio climático.

En este marco, se han definido seis sectores clave para la adaptación, que se describen a continuación:

Está conformado por ecosistemas terrestres, marinos y su biodiversidad, y enfrenta crecientes riesgos climáticos como el aumento de temperatura, las variaciones o disminución en la precipitación. Estas condiciones alteran hábitats, modifican la distribución de especies y elevan los riesgos ecológicos. El PNA propone medidas de adaptación como la restauración ecológica, el fortalecimiento de áreas protegidas, la conservación de corredores biológicos y el uso sostenible de los servicios ecosistémicos. Estudios proyectan que varias especies endémicas de plantas vasculares podrían perder por completo su hábitat climático idóneo hacia 2050, enfrentando riesgo de extinción. Entre ellas destacan Aechmea drakeana, Burmeistera sodiroana, Shuaria ecuadorica y otras nueve especies. Su pérdida afectaría la integridad ecológica de territorios vulnerables.

Enfocado en los recursos hídricos superficiales y subterráneos, vitales para los ecosistemas y las actividades humanas. El cambio climático altera el ciclo hidrológico, provocando inundaciones, sequías, deslizamientos y retroceso glaciar, afectando la disponibilidad y calidad del agua. El PNA realizó modelaciones en las cuencas Esmeraldas, Jubones, Guayas y Pastaza. Se proyectan variaciones significativas en los caudales: reducciones de hasta 37 % y aumentos de 28 % en Esmeraldas; incremento promedio de 27,75 % en Jubones; y alta variabilidad en Guayas. En Pastaza no hubo datos suficientes. Estos resultados evidencian la urgencia de fortalecer la gestión integrada de cuencas, monitoreo hidrometeorológico, protección de fuentes, reforestación y uso eficiente del agua en sectores productivos.

El sector salud enfrenta impactos directos e indirectos del cambio climático que afectan el bienestar físico, mental y social. Entre los principales efectos se encuentra la proliferación de vectores sensibles al clima. En el marco de los estudios de riesgo climático, el PNA priorizó cantones vulnerables considerando factores climáticos, epidemiológicos y socioeconómicos. Como resultado, se identificaron zonas costeras y amazónicas con mayor riesgo frente al dengue, así como una expansión hacia zonas andinas. En respuesta, el PNA propone fortalecer la vigilancia epidemiológica sensible al clima, los sistemas de alerta temprana, la capacitación del personal de salud, la educación comunitaria y la integración del enfoque climático en políticas públicas e infraestructura sanitaria.

Este sector abarca áreas urbanas y rurales donde vive la población, con su infraestructura y servicios básicos. Está altamente expuesto al cambio climático debido a la urbanización desordenada, ocupación de zonas de riesgo y pobreza. Las amenazas más comunes son inundaciones, deslizamientos, olas de calor y escasez de agua, afectando la salud y seguridad. Estudios con modelos biofísicos e inteligencia artificial evidencian riesgos crecientes entre 1985–2050. Daule y Vinces presentan alta vulnerabilidad a inundaciones; Chone depende de su bypass para evitar anegamientos; Guaranda y Sangolquí son susceptibles a deslizamientos; y El Coca enfrenta riesgos en zonas bajas. El PNA plantea planificación territorial adaptativa, normas de construcción resilientes y fortalecimiento de capacidades locales para gestionar estos riesgos.

Abarca la infraestructura vial de primer orden, las centrales hidroeléctricas y el sistema de hidrocarburos, elementos clave para el desarrollo del país. Deslizamientos de tierra e inundaciones provocados por lluvias extremas pueden afectar su funcionamiento y comprometer su seguridad. En el sector hidroeléctrico, se proyectan aumentos significativos en los caudales de los ríos, lo que podría reducir la eficiencia operativa y dañar embalses. En la red vial primaria, se estima que el 30 % está expuesta a un mayor riesgo de deslizamientos. En el caso del oleoducto SOTE, aunque no se realizaron modelaciones específicas, se identifica una alta exposición en zonas inestables de la Amazonía y la cordillera oriental. El PNA propone infraestructuras grises y verdes resilientes como medidas de adaptación.

El sector Soberanía Alimentaria, Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (SAG) es clave para la seguridad alimentaria y el empleo rural, pero altamente vulnerable al cambio climático. Alteraciones en precipitación, temperatura y eventos extremos afectan cultivos, ganado y sistemas acuáticos. El PNA evaluó el rendimiento futuro de seis cultivos estratégicos con el modelo EPIC. El fréjol y el maíz suave muestran pérdidas significativas; el arroz y la papa presentan proyecciones más positivas. La caña de azúcar tiene impactos mixtos. Ante estos riesgos, el PNA propone medidas como riego eficiente, monitoreo del suelo, fertilización sostenible, seguros agrícolas, crédito climático, rotación de cultivos y conservación de semillas nativas. Estas estrategias buscan fortalecer la resiliencia productiva y reducir la vulnerabilidad del sector SAG.

Degradación de la Tierra

Sistemas y Herramientas

Estos mismos sectores han sido acogidos para definir las medidas y metas de adaptación que se establecen en la Primera NDC del Ecuador en su Plan de Implementación y son eje central del Plan Nacional de Adaptación a través del cual se busca contribuir a la integración de la adaptación al cambio climático en la planificación del desarrollo nacional, local y sectorial, así como también, la identificación y reducción del riesgo climático actual y futuro.

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